lunes, 28 de enero de 2013

PEQUEÑAS SOLUCIONES A PROBLEMAS GLOBALES


Vivimos en un mundo globalizado; se dice que cuando una mariposa mueve las alas en Pekín, en Nueva York hay un huracán. Eso lo tenemos claro y esta crisis que estamos viviendo nos lo demuestra. El problema de vivir en un mundo tal globalizado es que muchas veces nos olvidamos de los aspectos más micros de nuestra sociedad, es decir, nuestro casa, nuestro pueblo, nuestros vecinos… en definitiva, nuestros ayuntamientos. Todo ello me hace reflexionar hasta que punto las políticas municipales pueden servir para luchar contra esta crisis global en un mundo aún más global; una especie de lucha de David contra Goliat.
A principios de diciembre del pasado año, en el centro sociocultural de O Graxal (O Temple), durante la charla sobre “Las Políticas Sociales en los Municipios del Siglo XXI”, nuestro portavoz municipal, Augusto Rey, lanzó una propuesta muy interesante. Tal propuesta consistía, si me equivoco que me lo diga, en habilitar “huertos comunales” en nuestro Municipio donde parados del mismo trabajarían en ellos para posteriormente repartirse lo recolectado. Con su autorización, voy a recolectar (hablando de huertos) su propuesta y reflexionar sobre ella.
Es dar un paseo por las zonas rurales de nuestro Municipio y comprobar como existen numerosas tierras abandonadas. Cuando esas tierras son de dominio público, la pena se convierte en indignación. Uno tiene la sensación que los trabajos manuales han caído en desgracia en comparación con los intelectuales. Si esos trabajos manuales son relativos al campo la desgracia se convierte en vergüenza. El hecho de que algunos niños (y no tan niños) piensan que la leche nace en los supermercados ya en sus tetrabriks, ha dejado de ser un mito para convertirse en una realidad desde hace unos años.
Muchos rechazarán esta propuesta porque las multinacionales de la alimentación o los grandes supermercados también tiene que vivir, y si cultivamos nuestras propias huertas habrá más parados porque éstas tendrán que cerrar por no comprar en ellas. Estar tranquilos, si todo sigue igual acabarán cerrando igual porque la mayoría no tendrán dinero ni para comprar comida. Muchos niños de nuestro Municipio ingieren su mayor cantidad de alimentos diaria en el comedor escolar del colegio, por lo menos hasta el año pasado (pero esa es otra historia ya mencionada en este blog)
“El trabajo dignifica a la persona”, “quien no trabaja no come” o “el trabajo es un lujo” indican que el trabajo es algo más que una mero medio de conseguir dinero, es un hecho antropológico. En una sociedad donde el trabajo es algo más que trabajo, valga la redundancia, estar en el paro, es un choque psicológico que no todas las personas pueden soportar. Suicidio, delincuencia, alcoholismo, violencia, etc., son algunas de las tragedias a las que se puede ver abocada una persona que quiere trabajar y no puede. Es necesario evitarlo. Ya no sólo por ellos sino por todos.
Una de dos, o nos hemos vuelto cómodos o nos toman por estúpidos. Si es lo primero, niego la mayor, ya que para afirmarlo primero se tendrá que poner en marcha la actividad; cosa que aún no ha sucedido. Si es lo segundo es necesario exigírselo YA, a las personas con responsabilidad para llevar a cabo esta propuesta.
Sí, la propuesta de los huertos comunales (la denominación es lo de menos) no va a solucionar nada. Será un grano de arena en el desierto. Pero una cosa es seguro, no hacer nada soluciona menos. No nos olvidemos que todos venimos de un espermatozoide y un óvulo de nuestro respectivos padres y madres que son tan pequeños que yo cada día, en lo que me concierne como hombre, desperdicio por miles.

Cambre a 28 de enero de 2013
Markos Alonso

lunes, 21 de enero de 2013

LA CARTA



Hola:

He leído la carta que me escribes y de verdad que te entiendo. Si uno enciende la televisión y ve el telediario con sus noticias nacionales, tiene uno la sensación que encontraría más esperanza en un tanatorio que en este maldito lugar.

Miembros de los partidos que cogen el dinero de todos y lo usan para uno; pasan del nosotros al mío. Elementos que suponíamos públicos se convierten en privados: sanidad, educación, seguridad, etc. Personas que cada día se quedan sin trabajo y engrosan unas listas del paro que son algo más que estadísticas (tú y yo lo sabemos bien). ¡¡ es que acaso ya no merece la pena tener esperanza!!.

Sé que te lo he dicho muchas veces, que me vas a llamar pesado, pero sabes que siempre habrá un lugar para soñar. Que podemos perderlo todo (hasta el pelo) pero nunca podemos perder la esperanza.

Estamos inmóviles, paralizados, congelados esperando a que surja ese Gran Héroe (americano o lo que sea) que nos saque de ésta. Pero sabes que pienso que éste nunca llegará y cuando te lo he dicho te jode y no lo entiendes.

Nunca llegará porque nos hemos creído los mitos y leyendas que nos han contado desde pequeños. Las historias que querían que creyésemos para ser como el burro que tiene atada la zanahoria y nunca la alcanzará pero él lo intenta porque no lo sabe.

No me llames pesimista aún porque cuando los Grandes Héroes se diluyen, cuando el Jabato, el Capitán Trueno o Rin Tin Tin no dan llegado, surgen los héroes con minúsculas. Aquellos peones del ajedrez que quietos en su casilla miran a su alrededor y ven un panorama como el actual: El rey con su yerno, la reina en las nubes, el alfil (o la banca) jugando al fútbol en “preferente”, el caballo en su burbuja de la hípica y la torre pensando que vivió tiempos mejores. Y ese peón, que eres tú, se ve sólo en ese desierto, en ese panorama desolador; y tiene miedo. Pero miras a tu derecha y ves a otro peón que está igual que tú, y miras a tu izquierda y ves a otro peón. Os miráis los tres y ese miedo se os quita de repente porque cuando uno no está sólo el miedo se convierte en valor, y la desesperación en esperanza.

Por eso déjate de tanta hostias, levántate del sofá y cambia esa cara porque sino esos dos peones que te acompañan me han dicho (en privado, así que no se lo digas a nadie) que te van a canear porque se puede perder todo (hasta los kilos) pero nunca se puede perder la ESPERANZA.


Markos Alonso
Cambre a 21 de enero de 2013