Vivimos en un mundo globalizado; se dice que
cuando una mariposa mueve las alas en Pekín, en Nueva York hay un huracán. Eso
lo tenemos claro y esta crisis que estamos viviendo nos lo demuestra. El
problema de vivir en un mundo tal globalizado es que muchas veces nos olvidamos
de los aspectos más micros de nuestra sociedad, es decir, nuestro casa, nuestro
pueblo, nuestros vecinos… en definitiva, nuestros ayuntamientos. Todo ello me
hace reflexionar hasta que punto las políticas municipales pueden servir para
luchar contra esta crisis global en un mundo aún más global; una especie de
lucha de David contra Goliat.
A principios de diciembre del pasado año, en el
centro sociocultural de O Graxal (O Temple), durante la charla sobre “Las Políticas
Sociales en los Municipios del Siglo XXI”, nuestro portavoz municipal, Augusto
Rey, lanzó una propuesta muy interesante. Tal propuesta consistía, si me
equivoco que me lo diga, en habilitar “huertos comunales” en nuestro Municipio
donde parados del mismo trabajarían en ellos para posteriormente repartirse lo
recolectado. Con su autorización, voy a recolectar (hablando de huertos) su
propuesta y reflexionar sobre ella.
Es dar un paseo por las zonas rurales de nuestro
Municipio y comprobar como existen numerosas tierras abandonadas. Cuando esas
tierras son de dominio público, la pena se convierte en indignación. Uno tiene
la sensación que los trabajos manuales han caído en desgracia en comparación
con los intelectuales. Si esos trabajos manuales son relativos al campo la
desgracia se convierte en vergüenza. El hecho de que algunos niños (y no tan niños)
piensan que la leche nace en los supermercados ya en sus tetrabriks, ha dejado
de ser un mito para convertirse en una realidad desde hace unos años.
Muchos rechazarán esta propuesta porque las
multinacionales de la alimentación o los grandes supermercados también tiene
que vivir, y si cultivamos nuestras propias huertas habrá más parados porque éstas
tendrán que cerrar por no comprar en ellas. Estar tranquilos, si todo sigue
igual acabarán cerrando igual porque la mayoría no tendrán dinero ni para
comprar comida. Muchos niños de nuestro Municipio ingieren su mayor cantidad de
alimentos diaria en el comedor escolar del colegio, por lo menos hasta el año
pasado (pero esa es otra historia ya mencionada en este blog)
“El trabajo dignifica a la persona”, “quien no
trabaja no come” o “el trabajo es un lujo” indican que el trabajo es algo más
que una mero medio de conseguir dinero, es un hecho antropológico. En una
sociedad donde el trabajo es algo más que trabajo, valga la redundancia, estar
en el paro, es un choque psicológico que no todas las personas pueden soportar.
Suicidio, delincuencia, alcoholismo, violencia, etc., son algunas de las
tragedias a las que se puede ver abocada una persona que quiere trabajar y no
puede. Es necesario evitarlo. Ya no sólo por ellos sino por todos.
Una de dos, o nos hemos vuelto cómodos o nos
toman por estúpidos. Si es lo primero, niego la mayor, ya que para afirmarlo
primero se tendrá que poner en marcha la actividad; cosa que aún no ha
sucedido. Si es lo segundo es necesario exigírselo YA, a las personas con
responsabilidad para llevar a cabo esta propuesta.
Sí, la propuesta de los huertos comunales (la
denominación es lo de menos) no va a solucionar nada. Será un grano de arena en
el desierto. Pero una cosa es seguro, no hacer nada soluciona menos. No nos
olvidemos que todos venimos de un espermatozoide y un óvulo de nuestro
respectivos padres y madres que son tan pequeños que yo cada día, en lo que me concierne
como hombre, desperdicio por miles.
Cambre a 28 de enero de 2013
Markos Alonso
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