miércoles, 6 de febrero de 2013

UN SALTO HACIA ATRÁS, DIEZ HACIA ADELANTE



Nacido en Ferrol (Galicia no es sólo Franco o Rajoy) acudió a la escuela hasta los 9 años. A esa edad fallece su padre y se traslada con su familia a buscarse la vida a Madrid (andando, no en avión) donde esperaban ser acogidos por el hermano de su madre. Al llegar a Madrid se encuentran con que éste ha fallecido por lo que la familia se encuentra desamparada y nuestro protagonista tiene que irse al Hospicio donde aprenderá el que será su oficio, la tipografía. A los 13 años comienza a trabajar y es dado de baja del hospicio por poder mantener ya a su familia. Mientras trabaja por el día por las noches finaliza sus estudios primarios y aprende francés.
La precariedad constante en la que vivía junto a su familia, subsistiendo con el pequeño salario de aprendiz de tipógrafo y las labores de su madre como criada, no le permitían acudir a las constantes tertulias como si lo hacían tipógrafos asentados. La pobreza de sus vestimentas, no le granjeaban una buena carta de presentación. Llevó una vida de gran austeridad, identificado con la pobreza de la clase trabajadora de aquellos años. Durante un tiempo, llegó a vivir en la redacción de El Socialista, órgano de expresión del partido obrero y que sirvió para articular el socialismo español en los años de surgimiento; con frecuencia éste fue su único salario.
Tras su ingreso en la Federación Madrileña de la AIT (eran los tiempos en que el movimiento obrero comenzó a tener esa conciencia global que ahora …. dejémoslo ahí), comenzó a sufrir persecuciones y despidos por parte de distintas imprentas hasta que en 1874 consiguió acceder a la presidencia de la Asociación General del Arte de Imprimir. Desde este puesto comenzó a preparar desde la clandestinidad un nuevo partido político de corte obrero-socialista, que culminó el 2 de mayo de 1879 con la fundación del PSOE en la taberna Casa Labra situada en la Calle Tetuán, a la que asistieron 25 compañeros: dieciséis tipógrafos, cuatro médicos, un doctor, dos joyeros, un marmolista y un zapatero.
No sé si alguno se habrá dado ya cuenta que estamos hablando de Pablo Iglesias, el fundador del Partido Socialista. Podíamos haber hablado de Julián Besteiro (sucesor de Pablo Iglesias al frente del partido) que murió en la cárcel de Carmona al acabar al Guerra al negarse a marchar al exilio por protegerse de unas ideas que consideraban justas. Podíamos haber hablado de los miles de ajusticiados durante la Guerra Civil y el franquismo por haber cometido “la infamia” de ser miembros del Partido Socialista. Podíamos haber elegido a los miles de compañeros  y compañeras de este Partido que nunca saldrán en la televisión dando lecciones de nada pero pierden su tiempo  su dinero por defender sus ideales. Podíamos hablar de muchos pero hemos elegido a Pablo Iglesias.
Y es que cuando muchos compañeros y compañeras del Partido piden una regeneración, yo me pregunto sino sería más lógico una retracción, es decir, una mirada hacía el pasado y no olvidarlo.
Algunos dirán, que claro, que Pablo Iglesias vivió en otro tiempo y que las cosas han cambiado, que vivimos nuevos tiempos. Ahora para ser un “buen socialista”, algunos creen que se ha estar en el consejo de administración de alguna multinacional, pelearse por un lugar en las listas por no saber hacer otra cosa, o hablar de los más desfavorecidos sin haber visto o vivido al menos un día con alguno de ellos (una cosa parecida a lo que le ocurre al Papa con Dios, que habla por él sin haberlo visto nunca).
Un cargo público por este Partido o un cargo en este Partido es un honor pero también una gran responsabilidad. Muchas personas y compañeros van a depender de tus decisiones, se desprenden de parte de su poder y te lo entregan a ti para que los representes. Confían en ti y no les puedes fallar.
Pablo Iglesias nunca falló. No lo hizo porque si los demás daban uno, él daba diez. Con esfuerzo, compromiso, ilusión y trabajo nunca se falla. Se puede perder pero nunca se falla. Y ya se sabe que siempre es mejor perder que ganar porque el que gana un día acabará perdiendo y el que pierde un día acabará ganando.
Y la pregunta que ahora me atormenta y con la finaliza está nueva entrada en el blog es:
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
…………………

En Cambre, a 6 de febrero de 2013
Markos Alonso

1 comentario:

  1. Me encanta , a veces ademas tenemos tanta prisa en llegar que solo miranmos el futuro y nos olvidaos que para estar en el presente hemos tenido un pasado y que de este no solo debemos aprender sino que nunca lo debemos olvidar .
    Mary Mer

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