lunes, 21 de enero de 2013

LA CARTA



Hola:

He leído la carta que me escribes y de verdad que te entiendo. Si uno enciende la televisión y ve el telediario con sus noticias nacionales, tiene uno la sensación que encontraría más esperanza en un tanatorio que en este maldito lugar.

Miembros de los partidos que cogen el dinero de todos y lo usan para uno; pasan del nosotros al mío. Elementos que suponíamos públicos se convierten en privados: sanidad, educación, seguridad, etc. Personas que cada día se quedan sin trabajo y engrosan unas listas del paro que son algo más que estadísticas (tú y yo lo sabemos bien). ¡¡ es que acaso ya no merece la pena tener esperanza!!.

Sé que te lo he dicho muchas veces, que me vas a llamar pesado, pero sabes que siempre habrá un lugar para soñar. Que podemos perderlo todo (hasta el pelo) pero nunca podemos perder la esperanza.

Estamos inmóviles, paralizados, congelados esperando a que surja ese Gran Héroe (americano o lo que sea) que nos saque de ésta. Pero sabes que pienso que éste nunca llegará y cuando te lo he dicho te jode y no lo entiendes.

Nunca llegará porque nos hemos creído los mitos y leyendas que nos han contado desde pequeños. Las historias que querían que creyésemos para ser como el burro que tiene atada la zanahoria y nunca la alcanzará pero él lo intenta porque no lo sabe.

No me llames pesimista aún porque cuando los Grandes Héroes se diluyen, cuando el Jabato, el Capitán Trueno o Rin Tin Tin no dan llegado, surgen los héroes con minúsculas. Aquellos peones del ajedrez que quietos en su casilla miran a su alrededor y ven un panorama como el actual: El rey con su yerno, la reina en las nubes, el alfil (o la banca) jugando al fútbol en “preferente”, el caballo en su burbuja de la hípica y la torre pensando que vivió tiempos mejores. Y ese peón, que eres tú, se ve sólo en ese desierto, en ese panorama desolador; y tiene miedo. Pero miras a tu derecha y ves a otro peón que está igual que tú, y miras a tu izquierda y ves a otro peón. Os miráis los tres y ese miedo se os quita de repente porque cuando uno no está sólo el miedo se convierte en valor, y la desesperación en esperanza.

Por eso déjate de tanta hostias, levántate del sofá y cambia esa cara porque sino esos dos peones que te acompañan me han dicho (en privado, así que no se lo digas a nadie) que te van a canear porque se puede perder todo (hasta los kilos) pero nunca se puede perder la ESPERANZA.


Markos Alonso
Cambre a 21 de enero de 2013

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